
Londres (CNN) — Donald Trump hizo calentamiento para su último viaje al extranjero, a Gran Bretaña, en su más típico estilo: con comentarios que se arriesgaron a insultar a sus anfitriones reales y al lanzarse de lleno en las políticas internas del país.
El presidente de Estados Unidos escribió a una de las integrantes más nuevas de la realeza, la duquesa de Sussex, antes Meghan Markle, como “desagradable” cuando le dijeron que, una vez, la estadounidense lo había calificado de “misógino”.
“No sabía que era desagradable”, respondió Trump en una entrevista con el periódico “The Sun”. Luego, la mañana del domingo, escribió en Twitter: “Nunca llamé a Meghan Markle ‘desagradable’”.
Y Trump se entrometió en el concurso del Partido Conservador para encontrar un nuevo primer ministro y en el paralizante debate en Gran Bretaña sobre el abandono de la Unión Europea, de una manera que escandalizó a los críticos británicos.
La mayoría de los presidentes harían todo lo posible para evitar temas tan delicados en un momento de extrema tensión política. En el caso de Trump, estos podrían profundizar su ya inmensa impopularidad en Gran Bretaña antes de su llegada este lunes para una visita de tres días, pero acrecentar su reputación global como una influencia impredecible y disruptiva.
Respetar las sutilezas diplomáticas nunca ha sido el estilo de Trump y sus comentarios subrayan el desafío que su visita representa para la “relación especial” entre Estados Unidos y Gran Bretaña.