Protectores solares: por qué prevenir las quemaduras puede ser un arma de doble filo

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Protectores solares: por qué prevenir las quemaduras puede ser un arma de doble filo
Protectores solares: por qué prevenir las quemaduras puede ser un arma de doble filo

Matías A. Loewy

BUENOS AIRES, ARGENTINA (MedScape).-   Personas que se aplican protectores para estar más tiempo al sol sin quemarse reducen el riesgo de melanoma, sin embargo, se exponen a desarrollar otros cánceres de piel más benignos, pero de mucha mayor incidencia.[1]

Así lo afirmó la Dra. Dedee Murrell, futura presidenta del International Congress of Dermatology, que se celebrará en 2021 en Melbourne, Australia, y expositora invitada de la XXXVII Reunión Anual de Dermatólogos Latinoamericanos (RADLA) de 2019, que convocó a 4.000 especialistas en esta ciudad, del 4 al 7 de mayo.

«La evidencia de que los protectores solares previenen el melanoma [el cáncer maligno de piel que produce más muertes] es más fuerte, debido a que protegen de las quemaduras solares», indicó a Medscape en Español la Dra. Murrell, dermatóloga en el St. George Hospital y profesora de dermatología en la University of New South Wales, en Sídney, Australia.

En la sesión «¿Previenen los protectores solares el cáncer de piel?»,el Dr. Jaime Piquero Casals, dermatólogo venezolano de la clínica Dermik de Barcelona, en España, citó un estudio prospectivo australiano de 2011 que mostró que el uso diario de filtro solar en la cabeza y los brazos durante 5 años redujo a la mitad la incidencia de melanoma (y más aún los casos invasivos), en comparación con quienes se aplicaban esos productos a su propio juicio. «Creo que esto es contundente», afirmó.[1,2]

Sin embargo, los protectores solares «no serían tan buenos» para aquellas personas que los usan con el objeto de permanecer más tiempo bajo los rayos sin sufrir quemaduras, advirtió la Dra. Murrell, debido a que ese comportamiento aumenta el riesgo de los dos cánceres de piel más comunes: carcinoma basocelular y carcinoma de células escamosas, que en conjunto representan más de 95% de los casos de cáncer de piel.

En Estados Unidos, la American Cancer Society calcula que cada año se detectan cánceres de piel no melanoma en 3,3 millones de personas frente a menos de 100.000 diagnósticos de melanoma proyectados para 2019.[3]

La paradoja puede explicarse por los mecanismos que subyacen al desarrollo de ambos tumores. La Dra. Murrell señaló que la mayoría de los casos de carcinoma de células basales se desencadena por mutaciones inactivadoras en la vía de señalización Hedgehog y esas mutaciones pueden producirse por el daño «invisible» de la radiación ultravioleta del sol.

«Si el protector solar fuera capaz de proteger por completo de los rayos solares se podrían prevenir esas mutaciones. Pero la mayoría de los protectores solares no impide que 100% de los rayos del sol llegue a la piel», alertó la dermatóloga.

Por otra parte, la Dra. Murrell manifestó que estar al sol induce inmunosupresión y como se ha observado en pacientes trasplantados, esa situación promueve el desarrollo del carcinoma de células escamosas, que puede volverse metastásico.

«Ambos tumores no melanoma dependen del comportamiento de la gente. Si las personas usan el protector solar de manera adecuada para exponerse a periodos cortos al sol, podrían reducir el daño crónico de la radiación ultravioleta y, por tanto, el riesgo de cánceres de piel. Pero es difícil tener datos absolutos al respecto», afirmó.